Llevaron un erizo al Instituto, suponiéndolo herido por el acoso de unos perros. Lo mantuvimos en casa unos días, alimentándolo con leche, fruta, huevos y comida para gatos. La leche la bebía con tanto apetito que vaciaba el plato al instante. A cambio de nuestra hospitalidad, nos limpió el jardín de caracoles. Luego lo soltamos en lugar seguro, lejos de carreteras muy transitadas.
jueves, 28 de febrero de 2008
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